Sempiterna soledad

Una solitaria calle. Silencio de sepulcro.Una aguja va, sola, mirando de reojo, de lado a lado, sonrisa metálica con malicia monocular. Un globo, henchido de emoción, va, de bote en bote, distraído, redonda felicidad, aspira todo el frescor... El peligro acecha, la vuelta de cada esquina es un misterio y no siempre todas las sorpresas son buenas... Una explosión...en segundos, silencio sepulcral...Una solitaria calle, una aguja va...

El 24 de diciembre en el cerro San Pedro

Existen lugares a los que uno a veces quiere regresar. Sientes unas ganas irrefrenables de querer volver sin que sepas por qué, pero tienes que hacerlo porque el deseo es más fuerte que uno, y hasta que no lo cumplas no estás tranquilo. Una vez en el lugar se te viene una sensación de paz que se apropia de ti, pero aún así no logras entender por qué volviste.

Esto me sucedió, y lo manifesté a mi madre desde hace ya más de tres semanas atrás -principios del mes de diciembre-. Quería y tenía que volver al cerro San Pedro, otrora lugar en el que prácticamente me pasé más de veinte años y que incluye toda mi niñez. Casualidades de la vida, una vecina de antaño, una persona que dejó una honda huella en mí por esa capacidad de desprendimiento y ganas de compartir su pobreza,y habiendo cumplido sus ochentaicinco años, falleció. Doble razón para retornar a aquel cerro, testigo de tantos juegos infantiles y posesionario de tantos imborrables recuerdos.
Habían pasado más de veinticinco años y me encontraba ahí, con los recuerdos que se me amontonaban desordenadamente. Miré hacia todos los lados, me asaltaba la curiosidad, era el deseo de querer sentir en mi No fue difícil subirlas.

Resurrección

Por fin, después de muchas lunas retorno a este blog. Descorro las cortinas del olvido, desempolvo y elimino las telarañas... y aquí estoy presto para seguir superviviendo en la web. He recibido algunos pedidos con respecto a los poemas musicalizados de Heraud, en la medida de lo posible los pondré vía online.