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sábado, 20 de diciembre de 2008

Un año más para algunos y el último para otros



Hoy diecisiete de diciembre del dos mil ocho, diez y media de la mañana, en la Institución Educativa Edelmira del Pando –y de seguro como en otras– se realizó la despedida de la Promoción, dando fiel cumplimiento al programa de fin de año. Se dio el discurso formal –como se acostumbra– del Director después de entonar el Himno Nacional así como el del colegio.
Las alumnas exhibieron sus blusas de un colorido chillón, respondiendo a la multiplicidad de diseños que sus gustos juveniles les inspiran. Cada docente, con lapicero o plumón en mano fueron asediados para escribir sus más sentidas recomendaciones futuristas. Se compartió suculentas meriendas –esto sí que no es una costumbre acentuada– y gaseosas casi calientes que no entonaban con la majestad del sol. Hubo música de todo tipo, se bailó, se cantó, rieron y –finalmente– al toque del timbre de la salida las lágrimas abundaron en las alumnas ante la mirada comprensiva de sus profesores.
Un año más para el colegio, es la ceremonia de todos los años, es un deber que se tiene que cumplir. Los docentes, afanados en cumplir con toda la documentación que como siempre se entrega en diciembre, a la par, deben de organizar la despedida de la promoción. Todos los años es lo mismo. No serán las mismas alumnas, pero es la misma actividad y el mismo sentimiento. Las despedidas no son fáciles de asimilar y, más aún, si esto es reiterado. Es diciembre, debería ser un adiós más, una promoción más, pero el vacío que queda es único.
Para las alumnas, este no es un día cualquiera, es el último para la promoción. De aquí para adelante, la pauta de su existencia ya no lo pondrá el colegio sino la preocupación de ser alguien de provecho. No habrá uniforme ni los cuadernos de rigor. La amiga y confidente de todos los días ahora quedará relegada a “cuando tenga tiempo”. Los apodos sólo serán recuerdos de antaño que en los momentos de reencuentro –y ojalá los haya– serán motivo de conversación, así como las anécdotas escolares y las travesuras que, al fin y al cabo, enseñaron a crecer. Pues, llegó el final, es diciembre, es el último año, el último día, fin de la fraternidad escolar, las risas y las lágrimas derramadas hoy se justifican.

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